Works
Drammaturgie | 2002

Hombre de mucha gravedad

03-25-2013
Dramaturgias sonoras
Lucia Ronchetti: Hombre de mucha gravedad; Pinocchio, una storia parallela; Hamlet’s Mill; Anatra al sal. Neue Vocalsolisten Stuttgart. Hannah Weirich, viola. Erik Borgir, violonchelo. Arditti Quartet. Christine Fischer, Hans-Peter Jahn y Rainer Pöllmann, productores ejecutivos. Volker Neumann y Henri Thaon, ingenieros de sonido. Un CD DDD de 65:34 minutos de duración grabado en el Studio Siemens-Villa de Berlín-Lankwitz, en el Kammermusikstudio de la SWR y en la Theaterhaus de Stuttgart (Alemania), en el año 2002, el 17 de enero de 2007, el 21 de enero de 2008, y el 14 de octubre de 2009. Kairos 0013232KAI. Distribuidor en España: Diverdi.

Después de adentrarnos en los universos sonoros de Carlo Gesualdo, Gianvincenzo Cresta y Luigi Nono, recalamos por tercera semana consecutiva en la escena musical italiana, en este caso actual, de la mano de la compositora romana Lucia Ronchetti (1963), que hace su aparición en el sello austriaco Kairos cuando éste anuncia otro lanzamiento trasalpino al que habremos de prestar atención: los cuartetos de cuerda de Salvatore Sciarrino (0013212KAI).

Algo hay del compositor de Palermo en la estética de Ronchetti, especialmente por su muy teatral manejo de las voces, aunque las técnicas más puramente sciarrinianas no sean explícitas, y sobre estas piezas para ensemble vocal se asomen influencias del teatro musical europeo de la posguerra o de partituras en las que lo expresionista se alía con lo humorístico, como la histriónica Mare Nostrum (1975), de Mauricio Kagel. Con el argentino comparte la romana cierta forma de mirar al pasado, ya sea a la historia a través del arte, o a la literatura, desde la ironía, la parodia o la sátira. Ahora bien, donde en Kagel había una infinita variedad musical, obra de un verdadero maestro del siglo XX con su enorme abanico técnico, en Ronchetti se percibe mayor uniformidad entre las distintas partituras, una recurrencia algo abusiva de un trabajo en los límites de la declamación, el parlato y el canto, que hace que la audición completa del disco resulte un tanto cansina.

Anatra al sal (1999), denominada por Lucia Ronchetti ‘comedia armónica para seis voces’, es la más antigua de estas piezas. Basada en un texto de Ermanno Cavazzoni, supuso la primera colaboración de la compositora italiana con el conjunto vocal que interpreta este CD y que se ha convertido en un habitual defensor de su música: los excelsos Neue Vocalsolisten de Stuttgart. Anatra al sal es una obra puramente bufonesca, en la que un quinteto de chefs se deben poner de acuerdo a la hora de cómo cocinar un pato a la sal, en un estilo que recuerda a las comedias madrigalescas. Las cinco voces principales exponen sus argumentos en textos que contienen sólo una vocal para cada parte, mientras que una sexta voz se encarga de traducir y armonizar las particulares sonoridades basadas en una prosodia ‘univocálica’ como ésta. La partitura se torna un tanto vacía y efectista, además de que, como buena parte de estas creaciones, carece de parte visual o escénica que la complemente y enriquezca, siendo pensada como dramaturgia puramente sonora; terreno en el que queda algo escasa.

Hombre de mucha gravedad (2002) está basada en Las Meninas, de Velázquez, y escrita para cuarteto vocal y cuarteto de cuerda, a partir de un texto de Andrea Fortina. El estilo vocal, reforzado aquí por la presencia instrumental, se escora más hacia el universo ligetiano de las geniales Aventures y Nouvelles Aventures (1962-65), aunque lejos de sus logros. Los personajes principales del cuadro tienen su trasunto musical en las distintas cuerdas y voces, partiendo de un primer violín que encarna al pintor; luego, un ‘Irvine Velázquez’ (cosas veredes…) El espejo que tantos ríos de tinta ha hecho correr en la historia del arte, es tomado por Ronchetti ya no sólo como reflejo de Felipe IV y Mariana de Austria, sino como prisma deformador de las figuras y ejes de simetría para sus cuartetos vocal e instrumental, que a medida que avanza la obra dibujan un paisaje progresivamente expresionista y crispado, llegando, si partíamos de nuevos ecos del madrigal renacentista, a una pintura musical más propia de otro gran analista del arte del ayer, como Antonio Saura, que sería perfecta imagen pictórica para los compases más atonales y vehementes del cuarteto de cuerda; aquí en el más puro estilo Arditti.

La siguiente estación en estas dramaturgias vocales es Pinocchio, una storia parallela (2005), compuesta a partir del texto original de Giorgio Manganelli en la versión de Giorgio Collodi. Tomando un cuarteto vocal masculino, Ronchetti se adentra en las oscuridades de cada personaje, con una intención netamente humorística, aunque, de nuevo, la obra desligada de un referente escénico resulte anodina e histriónica de más. La búsqueda de la inteligibilidad del canto, de su narración, queda por momentos en entredicho, en el marasmo que la polifonía llega a sintetizar, en la que los Neue Vocalsolisten brillan más por sus endiabladas dotes para los efectos vocales que por su dicción.

Por último, la más reciente Hamlet’s Mill (2007), para soprano, bajo, viola y violonchelo, me ha parecido, junto con la pieza velazqueana, la más sólida de este compacto. Obra sobre la memoria, y verdadero psicograma -como la denomina Rainer Pöllmann-, desde nuestros días viaja al Hamlet shakesperiano y a la mitología escandinava, desentrañando las dudas de sus personajes, tomando para ello un texto de Eugene Ostashevsky basado en fragmentos de la pieza que da nombre a la partitura, el Hamlet’s Mill de Giorgio de Santillana. El trabajo vocal es aquí más heterogéneo y rico, como el de las cuerdas, con las que se emparejan y complementan. No es tan masivo ni vehemente su planteamiento, con lo que la pieza respira con más matices y grados.

Las interpretaciones me han parecido todas ellas deslumbrantes en el apartado técnico, con un despliegue de efectos y recursos impresionante por parte de esos escultores de la voz que son los Neue Vocalsolisten. Si un ‘pero’ se les puede poner es la dicción tanto del italiano como del castellano, no del todo perfecta (algo que habíamos apuntado en su día, por ejemplo, en su ejecución en vivo de la ópera Aura, de José María Sánchez-Verdú -no tanto en la versión grabada-). En todo caso, compensan este defecto con una teatralidad muy expresiva, con una capacidad para crear planos y ambientes impactante, y con una coordinación espectacular. La parte instrumental en las piezas que lo requieren, simplemente magnífica, tanto el Arditti, como Hannah Weirich y Erik Borgir, buscando un enfoque más crispado en sus compases, un reflejo oscuro de lo cantado.

Las tomas sonoras son modélicas; y el libreto, muy generoso, de casi 70 páginas, en las que se incluyen los textos completos de cada obra, además de las fotografías y ejemplos de partituras de rigor. 
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